“Oculum pro oculo, et dentem pro dente”: historia, sentido y ecos de la Ley del Talión.
- rulfop
- Apr 13
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La expresión latina “Oculum pro oculo, et dentem pro dente”, traducida como “ojo por ojo y diente por diente”, es una de las frases más antiguas y potentes en la historia del derecho y la moral humana. Su origen se remonta a la antigüedad bíblica, específicamente al Antiguo Testamento, donde aparece como parte de una serie de normas legales que buscaban regular la justicia en una sociedad en desarrollo. No obstante, su eco ha resonado a lo largo de los siglos, influenciando tanto códigos penales como debates éticos, pasando por la filosofía, la religión y la política.
Origen y contexto histórico
La frase forma parte del libro del Éxodo, capítulo 21, versículo 24, uno de los textos más antiguos del Pentateuco. Este libro, atribuido tradicionalmente a Moisés, recoge las leyes y preceptos dados al pueblo de Israel durante su éxodo desde Egipto hacia la Tierra Prometida. Aunque históricamente es complejo hablar de un solo “autor” para estos textos, la tradición religiosa —judía y cristiana— ha considerado a Moisés como el transmisor de estas leyes, en su papel de líder espiritual y legislador.
El versículo completo reza:
“ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.”
Este conjunto de máximas pertenece a lo que hoy se conoce como la Ley del Talión (lex talionis), del latín talio, que significa “idéntico” o “igual”.
¿Qué es la Ley del Talión?
Contrario a lo que muchos piensan, la Ley del Talión no fomentaba la venganza indiscriminada, sino que limitaba la represalia. En los tiempos antiguos, era común que una agresión mínima pudiera escalar rápidamente: un simple robo terminaba en una masacre familiar, una herida se pagaba con la muerte, y una disputa se convertía en guerra. La Ley del Talión nació como una forma de contención. Establecía una regla clara: el castigo debía ser proporcional al daño causado.
En este sentido, fue una norma revolucionaria. Al instaurar la proporcionalidad, el derecho se colocaba por encima del deseo de venganza. Ya no era aceptable que el agraviado decidiera arbitrariamente la pena; ahora había una medida justa. Esta fue una de las primeras formas codificadas de justicia retributiva.
Presencia en otros códigos antiguos
Aunque su expresión más famosa aparece en la Biblia, la Ley del Talión también se encuentra en otros textos antiguos. El Código de Hammurabi, un conjunto de leyes babilónicas inscritas en piedra alrededor del 1750 a.C., incluye preceptos similares. Allí también se estipula que si alguien causa la pérdida de un ojo o una fractura a otro, sufrirá el mismo daño.
La coincidencia entre culturas tan distintas —el pueblo hebreo y la civilización babilónica— indica que esta forma de justicia era una necesidad básica en los inicios de la vida social organizada. Establecer equivalencias entre daño y castigo permitía mantener el orden en sociedades donde aún no existían instituciones jurídicas complejas.
Evolución moral y religiosa del concepto
Con el paso del tiempo, la aplicación literal de esta ley fue siendo reemplazada por interpretaciones más humanistas. En el judaísmo rabínico, por ejemplo, se comenzó a sustituir el daño físico por compensaciones económicas. Es decir, si alguien causaba una lesión, debía pagar una cantidad correspondiente al valor del daño. Esta evolución se dio por razones prácticas (¿cómo quitarle un ojo a quien ya no ve?) pero también por razones éticas.
En el cristianismo, la figura de Jesús propone una transformación radical de esta ley. En el Evangelio de Mateo, capítulo 5, versículo 38, Jesús dice:
“Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes bien, a cualquiera que te golpee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.”
Este pasaje representa un punto de inflexión. El mensaje ya no es el de justicia proporcional, sino el del perdón y la misericordia. La ley del amor reemplaza a la ley del castigo. En esta reinterpretación, el verdadero triunfo es moral, no jurídico.
La frase en la filosofía y el pensamiento moderno
El concepto de “ojo por ojo” ha sido criticado por grandes pensadores. Uno de los más conocidos es Mahatma Gandhi, quien popularizó la frase:
“Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.”
Con esta declaración, Gandhi condenaba la lógica de la venganza como un camino sin salida, que solo genera más violencia. En su lucha por la independencia de la India, promovía la resistencia pacífica y rechazaba la retaliación.
Sin embargo, el principio de proporcionalidad no ha desaparecido. De hecho, es un pilar del derecho penal moderno. En las democracias actuales, los castigos deben ser proporcionales a los delitos. Las penas excesivas o insuficientes son vistas como injustas. En este sentido, la Ley del Talión sigue viva, pero ha sido refinada por siglos de evolución ética y jurídica.
Usos contemporáneos de la expresión
La frase “ojo por ojo” se utiliza hoy con diferentes intenciones. A veces se invoca como reclamo de justicia, especialmente cuando las víctimas sienten que el sistema no responde. En otros casos, se emplea como crítica a la venganza o la justicia por mano propia.
En contextos políticos y sociales, la frase aparece en debates sobre la pena de muerte, la justicia transicional y la seguridad ciudadana. En países donde el crimen organizado ha tomado fuerza, hay sectores que exigen justicia inmediata y proporcional. Sin embargo, los derechos humanos y el estado de derecho suelen ofrecer una perspectiva más equilibrada.
¿Qué nos enseña esta antigua fórmula hoy?
En el fondo, “Oculum pro oculo, et dentem pro dente” nos recuerda que la justicia nació como un intento de equilibrar el daño. No fue una invención de venganza, sino un paso hacia la civilización. Si bien hoy aspiramos a sistemas más compasivos, no podemos negar que la necesidad de equilibrio sigue siendo fundamental.
Cuando las leyes no se aplican con proporcionalidad, la sociedad se desestabiliza. Si una persona que comete un delito grave queda impune, o si alguien sufre un castigo desproporcionado, la confianza en el sistema se pierde. Por eso, aunque no arranquemos ojos ni dientes, el principio de justicia proporcional sigue vigente.
Curiosidades y reflexiones finales
El uso del plural en algunos idiomas (“ojos por ojos”) no corresponde a la forma original hebrea ni latina, que es singular. Esto refuerza la idea de reciprocidad directa.
En muchas culturas ancestrales, existían formas similares de justicia retributiva, desde África hasta América precolombina.
En literatura y cine, la venganza personal sigue siendo un tema recurrente. Desde Hamlet hasta Kill Bill, el “ojo por ojo” se convierte en drama humano.
En el derecho internacional, se debate si las represalias entre Estados pueden justificarse bajo un principio taliónico. La respuesta suele ser negativa, pues la ley internacional promueve la resolución pacífica de los conflictos.
“Oculum pro oculo, et dentem pro dente” no es solo una frase antigua; es un espejo de nuestra evolución como civilización. Desde sus orígenes en los desiertos del Éxodo hasta su eco en las constituciones modernas, la búsqueda de justicia ha pasado por muchos rostros. El desafío contemporáneo no es desechar esta máxima, sino interpretarla con sabiduría, evitando tanto la venganza como la impunidad. En esa línea fina entre justicia y humanidad, se juega el equilibrio de nuestro mundo.
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