Cuba antes de 1959: La joya del Caribe que el comunismo convirtió en ruina.
- rulfop
- May 1
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Hubo una vez una isla que no era solo un destino tropical con palmeras y playas de ensueño, sino un referente de modernidad, prosperidad y glamour en América Latina y el Caribe. Esa isla era Cuba, y su historia antes de 1959, aunque marcada por desigualdades y conflictos, fue la de un país en pleno auge económico y cultural, muy por encima de sus vecinos continentales. Una isla que muchos llamaban “la perla de las Antillas”, y que en su apogeo era más cercana a París o Nueva York que a Managua o Tegucigalpa.
Este blog es un homenaje a esa Cuba brillante, vibrante y cosmopolita, y una reflexión crítica sobre cómo el modelo comunista implantado tras la Revolución de 1959 no solo interrumpió su desarrollo, sino que desmanteló sistemáticamente los logros alcanzados, condenando a la nación a una decadencia estructural que hoy, más de 60 años después, aún se niega a reconocer.
Una nación con indicadores del primer mundo
En la década de 1950, Cuba lideraba numerosos indicadores en América Latina. Sus ciudades eran modernas, sus universidades estaban entre las mejores del continente, y su economía era dinámica, abierta y conectada con el mundo.
Segundo país con más televisores por habitante del hemisferio.
El país latinoamericano con más autos per cápita.
Más kilómetros de carreteras pavimentadas por km² que Brasil, México o Argentina.
Salario promedio más alto de América Latina.
Un sistema de salud mixto que ofrecía servicios médicos avanzados en las principales ciudades.
Una educación superior robusta, con la Universidad de La Habana entre las más prestigiosas del continente.
Infraestructura vial: un país que se pensaba a futuro
Uno de los signos más evidentes del desarrollo cubano era su infraestructura vial. En 1927 se inició la construcción de la Carretera Central, finalizada en 1931, que conectaba de punta a punta la isla. En los años 50 se proyectaban autopistas de doble carril inspiradas en los modelos estadounidenses, como la Vía Blanca.
Estas carreteras mejoraban el comercio y la movilidad, y eran símbolo de un país que planificaba con visión. Todo eso quedó suspendido tras 1959. Las obras se paralizaron. La Autopista Nacional nunca se completó. Y desde entonces, la red vial cubana ha sufrido un deterioro constante.
Arquitectura: de joya urbana a postal de ruina
Barrios como El Vedado, La Habana Vieja o Miramar eran comparables a los de cualquier capital europea. Arquitectura art decó, neoclásica y moderna se combinaban para formar un paisaje urbano sofisticado. Hoy, esos edificios se caen a pedazos, sin mantenimiento, con estructuras apuntaladas por maderas, en peligro de colapso.
La capital, que una vez fue escenario de películas y refugio de artistas internacionales, hoy es testimonio vivo de la decadencia. Lo que fue orgullo nacional es ahora motivo de tristeza.
Una relación especial con Estados Unidos
En los años 50, los lazos entre Cuba y EE.UU. eran intensos. Era común que norteamericanos viajaran a La Habana para disfrutar de sus restaurantes, clubes nocturnos y casinos. El Malecón era punto de encuentro para desayunos y tertulias. Las aerolíneas ofrecían vuelos directos diarios entre La Habana y Miami.
Artistas como Frank Sinatra, Nat King Cole o Ava Gardner se presentaban en el cabaret Tropicana. La isla era un centro de entretenimiento y placer, con una industria hotelera y gastronómica de alto nivel.
Las expropiaciones: el principio del derrumbe
Con la llegada del comunismo, miles de propiedades fueron expropiadas: hoteles, tierras, empresas, viviendas, negocios. Todo pasó a manos del Estado. Este acto de fuerza hizo huir a grandes capitales, tanto extranjeros como nacionales. Cuba dejó de ser una promesa de inversión para convertirse en una zona de riesgo.
Sin inversión, sin mantenimiento y con una burocracia estatal ineficiente, el país comenzó a caer en picado. Las industrias se estancaron, la producción cayó, la tecnología se paralizó. Y lo peor: el modelo no permitió la corrección ni la autocrítica.
El modelo imperante: una negación de la realidad
Durante más de 60 años, el gobierno cubano ha sostenido un modelo estatista, represivo y cerrado. Frente a cada crisis, ha respondido con más control, más silencio, más retórica. Jamás ha aceptado que el sistema no funciona.
Hoy, los cubanos enfrentan escasez, apagones, migración masiva, hospitales colapsados y una economía que no genera riqueza ni esperanza. La educación y la salud, otrora banderas de orgullo, están devastadas.
A pesar de todo, se sigue negando la evidencia: que la Cuba de antes, con sus defectos, tenía más futuro que la de ahora con su discurso congelado.
Volver a creer en lo posible
Cuba no está condenada. La historia demuestra que fue un país brillante, creativo, productivo y abierto. Recuperar esa memoria no es nostalgia, es estrategia. Es la base para imaginar una Cuba que se levanta, que vuelve a planificar, que vuelve a ser un referente.
Pero para ello hay que tener el valor de reconocer que el modelo actual no sirve. Y mientras no se admita, seguirán cayendo techos, se seguirá apagando la luz, y seguirá saliendo la gente por mar y tierra.
Porque un país no se mantiene con consignas, sino con verdad, trabajo, libertad y oportunidades. Y Cuba, la Cuba que fue, lo sabía muy bien.
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