Cuba y las sanciones de Estados Unidos: Hipocresía y tensiones en 2025.
- rulfop
- Jan 16
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Updated: Mar 27
El 14 de enero de 2025 marcó un momento clave en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. La administración de Joe Biden anunció la retirada de Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, una designación que había sido reinstaurada en 2021 por Donald Trump. Este cambio, promovido por un acuerdo facilitado por la Iglesia Católica, implicó la liberación de 553 prisioneros políticos cubanos, muchos de ellos arrestados durante las protestas masivas de 2021.
Cuba y las sanciones de Estados Unidos. La decisión fue recibida con escepticismo por ambas partes. Mientras que la Casa Blanca destacó el acuerdo como un paso humanitario, el gobierno cubano lo calificó como una medida unilateral enmarcada en el "espíritu del Jubileo Ordinario de 2025". Sin embargo, observadores internacionales señalan que la liberación de los prisioneros está directamente relacionada con la eliminación de Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo.
El historial de Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo

Cuba fue reincorporada a esta lista por la administración Trump bajo acusaciones de apoyar actividades terroristas internacionales. Entre estas, se mencionaron vínculos con grupos insurgentes en Colombia, como las FARC, y la supuesta protección de fugitivos de la justicia estadounidense en suelo cubano. Estas acusaciones, aunque controvertidas, formaron parte de una política más amplia de "máxima presión" hacia el gobierno cubano.
Desde entonces, La Habana ha negado enérgicamente estas imputaciones, calificándolas de infundadas y motivadas políticamente. En comunicados oficiales, el gobierno cubano señaló que su inclusión en la lista no solo era injusta, sino también una herramienta para justificar las sanciones económicas y dificultar su acceso al comercio internacional.
La hipocresía en las respuestas de Cuba
A pesar de la importancia de la decisión de Biden, la respuesta de Cuba estuvo marcada por un tono de hipocresía. El presidente Miguel Díaz-Canel enfatizó que la liberación de los prisioneros era una "decisión soberana" del gobierno cubano y no resultado de presiones externas. Sin embargo, la coincidencia temporal con la eliminación de sanciones sugiere lo contrario. Además, Cuba aprovechó la ocasión para criticar el "doble rasero" de la política estadounidense, señalando que otros países con peores historiales de derechos humanos no enfrentan sanciones similares.
La nueva administración estadounidense y el futuro de Cuba
El panorama político dio un giro con la elección de Donald Trump como presidente en 2025. Su administración, que incluye figuras prominentes como Marco Rubio como secretario de Estado, promete adoptar una postura más dura hacia Cuba. Durante su audiencia de confirmación, Rubio declaró que "Cuba sigue siendo un Estado patrocinador del terrorismo" y que la eliminación de sanciones era un error que debía corregirse.
La comunidad cubanoamericana, con una influencia creciente en el gobierno estadounidense, también juega un papel crucial. Históricamente, este grupo ha abogado por mantener una política estricta hacia La Habana, y se espera que ejerzan presión para que Cuba sea reincorporada a la lista de patrocinadores del terrorismo. Este movimiento podría justificarse con nuevas acusaciones o la reinterpretación de hechos pasados.
Consecuencias para las relaciones bilaterales
La posibilidad de que Cuba regrese a la lista genera incertidumbre sobre el futuro de las relaciones bilaterales. Mientras que la administración de Biden intentó fomentar un acercamiento diplomático, las políticas de Trump podrían revertir estos avances, endureciendo las sanciones y limitando las oportunidades de cooperación. Esto tendría un impacto significativo en la economía cubana, que ya enfrenta una grave crisis debido a la pandemia y la reducción de ingresos por turismo.
El 2025 comienza con un cambio en la política estadounidense hacia Cuba, marcado por tensiones y contradicciones. Aunque la eliminación de sanciones representó un breve respiro para La Habana, la llegada de una nueva administración más hostil amenaza con deshacer estos avances. En este contexto, la relación entre ambos países dependerá no solo de decisiones políticas, sino también de la percepción internacional y la voluntad de ambas partes para superar las diferencias históricas. Por ahora, el futuro sigue siendo incierto, y Cuba se prepara para enfrentar nuevos desafíos en un escenario global cada vez más complejo.
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