Religión en Cuba: resistencia espiritual y sincretismo bajo vigilancia.
- rulfop
- Apr 29
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Updated: May 1
Hablar de religión en Cuba es adentrarse en una historia que mezcla herencia colonial, espiritualidad africana, represión ideológica, transformación social y, sobre todo, una persistente búsqueda de sentido. En esta isla caribeña, donde el Estado ha intentado moldear la conciencia colectiva bajo dogmas políticos, la fe ha encontrado caminos propios, muchas veces clandestinos, otras veces sincretizados, pero siempre vivos. Las religiones en Cuba no solo han sobrevivido, sino que han constituido espacios de refugio, resistencia, identidad y liberación interior.
Catolicismo: el altar desplazado por la Revolución
La Iglesia Católica llegó a Cuba de la mano de la colonización española. Durante siglos, fue la institución religiosa dominante, moldeando las costumbres, las festividades y la educación. Con la independencia y la llegada del siglo XX, mantuvo su presencia, aunque en competencia con el creciente influjo de otras confesiones cristianas.
El gran giro se produjo en 1959, con el triunfo de la Revolución encabezada por Fidel Castro. A partir de ese momento, el Estado asumió un carácter ateo y marxista. El catolicismo, como todas las religiones institucionales, fue considerado un vestigio del pasado burgués, ajeno al ideal socialista. Iglesias fueron cerradas o nacionalizadas, sacerdotes extranjeros expulsados, y los creyentes comenzaron a ser señalados como ideológicamente sospechosos. Muchos católicos practicantes fueron excluidos de carreras universitarias, puestos de dirección y actividades del Partido Comunista.
Durante los años 60 y 70, la Iglesia vivió una etapa de silencio forzado. Sin embargo, resistió. Algunas comunidades siguieron reuniéndose discretamente. La figura del cardenal Jaime Ortega emergió con fuerza a partir de los años 90, propiciando un tímido diálogo con las autoridades. Las visitas de los papas Juan Pablo II en 1998, Benedicto XVI en 2012 y Francisco en 2015 marcaron hitos, permitiendo una lenta reapertura de espacios públicos para la fe católica, aunque sin eliminar del todo la vigilancia estatal.
Religiones afrocubanas: el alma secreta de la isla
Si el catolicismo fue la religión oficial durante la colonia, las religiones afrocubanas fueron el alma secreta del pueblo esclavizado. Llegadas con los africanos traídos por la trata transatlántica, estas creencias encontraron refugio en el sincretismo, disfrazando sus orishas con santos católicos para poder sobrevivir bajo la inquisición cristiana.
La Santería o Regla de Ocha es hoy una de las formas religiosas más extendidas en Cuba. Basa su teología en el panteón yoruba, donde cada orisha representa una fuerza de la naturaleza y una dimensión humana. Changó, deidad del trueno y la virilidad, se sincretiza con Santa Bárbara; Yemayá, madre del mar, con la Virgen de Regla. Los rituales incluyen rezos, ofrendas, tambores batá y ceremonias de posesión.
El Palo Monte, también conocido como Mayombe, proviene del África bantú y se centra en la conexión con los espíritus de la naturaleza y los muertos. La nganga (un caldero mágico lleno de elementos consagrados) es el centro de sus prácticas, y los paleros funcionan como médiums entre mundos.
La Sociedad Abakuá es una hermandad masculina de origen carabalí, iniciática y secreta, con un lenguaje propio, códigos rígidos y un fuerte sentido de pertenencia. Aunque no se define como religión, sus rituales y estructuras tienen un carácter profundamente espiritual.
Estas religiones, por su carácter no institucional y profundamente popular, han logrado una resiliencia extraordinaria. Sin embargo, han sido objeto de vigilancia y sospecha por parte del gobierno, especialmente en sus vínculos comunitarios. Sacerdotes de Ifá y babalawos han sido en ocasiones seguidos, y sus actividades observadas por agentes del Ministerio del Interior, particularmente cuando las ceremonias reúnen grandes grupos o tienen proyección pública.
Espiritismo: entre la ciencia y lo invisible
El espiritismo llegó a Cuba desde Europa, influido por las ideas de Allan Kardec. Pronto se mezcló con las tradiciones africanas y el catolicismo popular, dando lugar a una forma sincrética muy extendida en barrios populares. Se diferencia entre dos variantes:
Espiritismo científico o kardeciano, basado en la mediumnidad, el estudio de los textos y el progreso moral del alma.
Espiritismo cruzado, que combina estas ideas con la presencia de egunes (espíritus ancestrales), rituales de limpieza energética, flores, velas y rezos improvisados en “misas espirituales”.
Aunque estas prácticas son vistas con menos recelo que otras formas religiosas, también han sido estigmatizadas por su asociación con supersticiones o desviaciones del “hombre nuevo” marxista. En varios momentos de la historia cubana, especialmente en los años 70, se persiguió abiertamente a líderes espiritistas que tenían influencia sobre comunidades marginales.
Protestantismo y evangelismo: el auge silencioso
Desde principios del siglo XX, distintas denominaciones protestantes ingresaron a Cuba: bautistas, metodistas, presbiterianos, pentecostales y adventistas. Durante las primeras décadas del régimen revolucionario, muchas iglesias fueron cerradas o quedaron bajo control estatal. Sin embargo, a partir del llamado “período especial” en los años 90, se produjo un resurgir significativo.
Iglesias evangélicas comenzaron a multiplicarse, muchas en casas particulares, sin templos visibles. Los cultos carismáticos, centrados en el testimonio, la música, la oración espontánea y la salvación personal, encontraron una gran acogida en comunidades desfavorecidas. El mensaje de esperanza, sanación y cambio de vida resonó con fuerza en un contexto de crisis económica y espiritual.
A pesar de este crecimiento, las autoridades han mantenido un control estricto sobre las iglesias evangélicas. Pastores que predican mensajes considerados “contrarrevolucionarios” han sido amenazados, sus templos cerrados y sus seguidores vigilados. Algunos líderes han sido detenidos y obligados a suspender actividades. La permisividad con estas iglesias fluctúa según el nivel de obediencia al discurso oficial.
Otras religiones: pluralismo minoritario bajo control
Cuba también alberga otras formas de religiosidad, aunque en menor número:
Judíos cubanos: Si bien su número ha disminuido considerablemente por la emigración, especialmente hacia Israel y Estados Unidos, mantienen tres sinagogas en La Habana y una presencia activa en fechas clave.
Islam: Existe una comunidad musulmana en crecimiento, sobre todo por influencias extranjeras y conversiones individuales. En 2015 se inauguró una pequeña mezquita oficial en La Habana Vieja, visitada incluso por diplomáticos de países árabes.
Budismo y religiones orientales: A través de prácticas como el yoga, la meditación o el reiki, muchas personas en Cuba han encontrado caminos espirituales que no se inscriben en ninguna tradición organizada. Estas formas, si bien respetadas, también son observadas con cautela por el aparato ideológico del Estado.
Represión, vigilancia y exclusión: la fe bajo lupa
Durante décadas, el Estado cubano trató de erradicar toda forma de religiosidad. Los creyentes eran excluidos de la universidad, de la carrera política, del sistema judicial y de los medios de comunicación. Se les consideraba ideológicamente débiles, vulnerables a la propaganda extranjera y poco confiables para “construir el socialismo”.
Los años más duros fueron los 60 y 70, cuando sacerdotes, pastores, babalawos y espiritistas fueron detenidos, expulsados de sus cargos o perseguidos abiertamente. En muchas escuelas, los niños eran aleccionados para no creer en Dios y denunciar a sus padres si lo hacían. Los “actos de repudio” y las campañas mediáticas ridiculizaban las creencias religiosas como supersticiones retrógradas.
Aunque desde los años 90 el régimen ha flexibilizado esta postura, la vigilancia nunca desapareció. Las casas de oración son monitoreadas, los permisos para construir templos son extremadamente difíciles de obtener, y cualquier manifestación religiosa que adquiera carácter público o político es rápidamente reprimida. Muchos creyentes siguen siendo marginados de espacios de poder o promoción.
Religión y resistencia simbólica
A pesar de todo, la fe en Cuba ha sobrevivido. Y no solo ha sobrevivido: ha ofrecido un lenguaje simbólico para resistir, para sanar, para trascender la estrechez material. En un país donde el discurso oficial promete una redención eterna que nunca llega, la religión ofrece una salvación interior, una esperanza más allá de la retórica.
Los tambores batá siguen resonando en los patios, los altares domésticos están llenos de velas encendidas, las iglesias cantan salmos a voz en cuello y los espiritistas siguen convocando a los ancestros. La espiritualidad cubana no se puede confinar a un dogma ni a una estructura formal. Es fluida, mestiza, viva.
Una isla que danza con sus dioses
La religión en Cuba es espejo de su historia: dolorosa, mezclada, resistente. Ha sido negada, prohibida, vigilada, pero nunca extinguida. Hoy, en medio de una crisis multidimensional económica, moral, institucional las creencias vuelven a emerger con más fuerza.
Ya no importa tanto si se trata de orishas o santos, de Jesús o de espíritus: importa que hay fe. Que hay algo que no puede ser encarcelado, ni domesticado, ni decretado por un comité. Que mientras el cuerpo cubano resista, su alma seguirá bailando.
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